martes, 28 de diciembre de 2010

Querido,

lo siento, no debería marcharme así, mientras la luna hace de guardiana de la noche. No debería. Debería esperar a que empezara el día y decirte a la cara un 'adiós' que marque el final de todo esto; sin embargo, desaparezco sin más en las oscuras calles de una desolada ciudad en busca de compañía. No busques la culpa en ojos ajenos, nadie la tiene. Te has estado equivocando todo el tiempo, no es tu enemigo, ni un gran amigo, no es nadie, no hay nadie más. No me marcho por nadie, no me marcho buscando otros labios ni menos habiéndolos encontrado ya. Me marcho simplemente porque no aguanto más esta farsa, todos estos años lo han sido; sí, lo siento. Te quise, sí, te he querido demasiado pero ahora ya no aguanto más. Todo empezó siendo una gran farsa y es como ahora termina, siéndolo. Durante esos tramos te he querido mucho, pero se acabó. Mi destino me espera, y este no es a tu lado. Debo afrontar que no puedo seguir contigo, mi mente me lo ordena a pesar de que mi corazón no quiera hacerle caso a esta. Lo siento, debo decirte adiós, o, por lo menos, dejártelo escrito en un papel. No me busques, no me encontrarás, pues ni yo misma sé donde iré.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Un viejo cuento, una canción llena de melancolía.

La luna me indica que todo comienza de nuevo. Una estrella marca la salida de un sentimiento guardado en una esquina de mi corazón. La oscuridad que me envuelve hace de cuenta cuentos; mientras el poco viento que sopla a mi alrededor me canta una melancólica canción de cuna. Todo empieza de nuevo, este círculo que cada noche empieza para abandonarme cuando un pequeño rayo de sol brilla. Un sentimiento, que ya no es nuevo, me aborda ahora otra vez. El brillo de la luna lo ha desenterrado una vez más, y hace que las lágrimas inunden mi cara mientras la oscuridad sigue con su cuento. El típico cuento de final feliz, cada noche es igual; tarareo para mí misma la canción que ya me sé de memoria, la canción de todos los días. La melancolía de la canción me aborda, me llena de lágrimas. Esta noche la luna ha desenterrado con ella unos cuantos recuerdos que yacían en la esquina más oculta de un parcheado corazón. Ha descosido el hilo que mañana volverá a aparecer como por arte de magia para coserlo todo de nuevo. Descanso tumbada en la cama, dejando que las lágrimas me acompañen al ritmo de la canción, al compás de cada una de las sílabas del viejo cuento. Al fin, un rayo de sol marca de nuevo el final. El día decide que ya han caído demasiadas lágrimas. Y así, me deja descansar hasta la nueva noche, que desentierre más sentimientos con ella, hasta escuchar de nuevo el mismo cuento, hasta que una vieja canción intente de nuevo hacerme dormir sin conseguirlo.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Recuerdos.

A veces todavía le abordan los recuerdos. Cierra los ojos y se deja llevar por ellos, dejando derramar alguna lágrima que se funde con una sonrisa que no consigue evitar cuando piensa en cada uno de los buenos momentos. Mientras le inunda la oscuridad, los sentimientos juegan con ella haciéndose dueños de sus expresiones. Coge un trozo de papel, que atrae a más recuerdos, no sabe por qué lo hace, qué le lleva a hacerlo, sabe que eso no le ayudará a nada, pero lo lee, lo mira, lo cierra y lo abre de nuevo,  hasta aprenderse de memoria lo que pone en él. Las lágrimas se hacen las dueñas de su rostro. Vuelve a cerrar los ojos. Las imágenes abordan su mente como un barco pirata que sólo quiere hacerse con ella; ve de nuevo las imágenes, como recién vividas, a pesar de que haga tanto tiempo. Le echa de menos. No sabe porque pero lo hace, le echa de menos después de tanto. Creía haber aprendido, pero se da cuenta que no es así, echa de menos los abrazos que un día le dio. Aquellas palabras y sobrenombres que un día utilizaron para llamarse. Aquellos momentos que como los mejores amigos pasaron. Aquellos días junto a él en los que no hacía más que reír. Sabe por qué ya no es así, lo  sabe de sobra, no se arrepiente, pero echa de menos como era antes. Sólo quiere retroceder el tiempo y volver a aquellos abrazos, mientras que con los ojos cerrados sus lágrimas llegan hasta el suelo precedidos de una sonrisa que se borra cada segundo que pasa y se vuelve a dibujar. 





martes, 7 de diciembre de 2010

Un viejo reloj de arena


Acabo de darle la vuelta a un viejo reloj de arena que tenía guardado en un cajón. Marca los segundos que quedan antes de que termine todo. Los granos de arena caen poco a poco, uno a uno. No sé exactamente cuánto tiempo significa lo que queda ni los que han caído ya. Siguen precipitándose con una lenta y rara precisión. Un casi silencioso susurro que producen los granos de arena al chocar contra el fino y débil cristal del recipiente que los contiene llena la habitación. Me pregunto qué hace que caigan, porque no se detienen ¿por qué no se para el curso del tiempo?¿por qué? Es lo único que deseo saber, sólo, es todo lo que necesito antes de que la parte superior de un viejo reloj de arena quede vacía y una furiosa muerte se abalance sobre mí, obligándome así, a despedirme de todo aquello que me rodea, a decir adiós a aquellos dos chicos a los que siempre amó mi corazón. No lo soporto, cojo el viejo reloj de arena y lo lanzo hacía la pared con todas mis fuerzas, pero, ya es tarde, el último grano de arena ya ha caído, ya ha caído mi último segundo de vida en el temible abismo que es el olvido. Cierro los ojos. Mi vida acaba de finalizar.
http://distanciaysilencio.blogspot.com/

lunes, 6 de diciembre de 2010

Adiós.

Una pequeña habitación se ciñe a ser nuestro 'territorio' , y el frío se ha hecho dueño de ella. La temperatura baja cada segundo que pasa, y nuestros cuerpos se congelan con cada grado que disminuye. Al mismo compás que baja la temperatura, el grado de locura que acompaña nuestras mentes aumenta. Abrazados sentados en la esquina más alejada de la  puerta nos encontramos nosotros dos. Mis ojos te demuestran el miedo sin que haga falta ni una sola palabra. Los tuyos reflejan la compasión al ver mi gran temor. La puerta comienza a abrirse con un breve susurro tras ella. No hay nadie. El viento se escucha tras la ventana. Quizás fue él quien abrió aquella puerta. De repente dejan de rodearme tus brazos, me giro y te veo levantado, tras de mí. Acerco mi mano a la tuya pidiendo ayuda para ponerme a tu lado, pero tú la rechazas dando un paso atrás y juntándote a esa gran pared blanca. Miro a todos lados buscando alguna causa a tu repentino temor. No veo nada. Vuelvo a mirar en tu dirección pero ya no te encuentro donde antes. Has pasado a estar delante mía, y miras atrás diciéndome adiós con una simple mirada. Me pongo de pie buscando un punto de apoyo en la pared. Y noto el frío del suelo. Te veo andando cada vez más rápido hacia la salida. Te pido que no te vayas, que no me dejes sola, sin embargo pareces no escucharme y andas cada vez con más velocidad. Ahora estás casi al lado de la puerta, y mientras te acercas hacia el pomo giras la cabeza para buscarme. No me he movido de aquella esquina. Doy unos pasos lentos. Empiezas a correr habiendo salido ya de la habitación. Acompasas tus pasos con el frío del suelo. Me abandonas en aquella habitación. De lejos se escucha un adiós casi en un susurro. Para mí misma digo un fino 'te quiero' como si lo fueras a escuchar, seguido de un adiós que nunca quise pronunciar. El frío sigue aumentando, más rápido que antes. Ya no tengo tu calor y eso produce aún más frío acompañado de lágrimas que mojan mi rostro dándome escalofríos. Se hiela la habitación, me tumbo en el suelo. Me quedo esperando que todo acabe. Tú te has ido, llevándote las únicas fuerzas que me quedaban. Vuelvo a repetir en un susurro un 'adiós', y cierro los ojos, dejando que se me hielen los huesos al mismo tiempo que las blancas paredes.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Volemos juntos

Cógeme la mano, y no me sueltes, ayúdame a volar contigo, llévame a cualquier lugar desconocido. Llévame a volar, enséñame tus alas, toquemos juntos las estrellas. Quiero hacerle una visita a la luna que adorna el cielo. Quiero aprender a volar, pero, sólo si tú me enseñas, quiero que me lleves lejos, donde no haya nadie más, a un lugar que sea sólo de los dos. Nadie va a saber nada de este lugar, será un lugar que conozcamos sólo tú y yo, un lugar mágico donde lo que queramos sea lo que suceda, donde nada nos impida el ser feliz, donde cuando me abraces el tiempo se pare, y solamente se reanude cuando nosotros queramos. Mientras volemos no pasará el tiempo, mientras tú me cojas la mano, no voy a temer nada, nada me hará caer mientras tú vueles a mi lado. Enséñame a volar, vayamos al más solitario lugar. Quedémonos allí para siempre, donde nadie pueda molestarnos jamás.

A él será al único al que ame de verdad.

Se encuentran en la mitad de un pasillo sin fin, ella le mira, y sus miradas se encuentran por un momento que parece eterno. Sabe que no debe mirarle pero le da igual, no quiere hacer lo que le indique su cabeza, si no lo que su corazón quiere que haga. Ve su chaqueta, la misma de siempre, color blanco con adornos negros, su pantalón vaquero roto por los extremos y sus bambas color negro y azul que pisan un trozo del roto pantalón. Todo esto le recuerda a otros momentos, momentos imaginados que nunca han llegado a suceder, pero que ella a soñado mil veces, y que ahora, no debería recordar. Hace mucho que todo esto empezó, ella lo sabe, un día sin más empezó a sentir algo, no recuerda bien cómo, simplemente, un día decidió optar por amarle. Lo recuerda todo tan detalladamente, cada gesto, cada mirada, cada ocasión de decirle que le amaba. Hace demasiado que todo esto empezó, sin embargo, ella sigue amándole como entonces. Al fin descruzan sus miradas, y es entonces cuando ella entiende,que aunque no deba, no amará a otro de esa misma manera, no habrá otro igual, se limitará a amarle a él y jugar a querer a otros, queriendo a alguno y simplemente intentando olvidar con la compañía de otros muchos, sin embargo, no amará a otro de la misma forma.