jueves, 21 de octubre de 2010

Pasión.












Noto el suave tacto de tus dedos paseando por mi cuello, cosa que me produce un escalofrío, y, al tiempo, una sonrisa. Comenzamos a andar, hacia mi habitación. De espaldas, sabiendo dónde nos dirigimos, sin que haga falta ver. Empiezas a besar mi cuello, mientras seguimos caminando, esto produce en mí, la típica sensación de cosquillas y una mirada hacia tu rostro, haciendo que nuestros ojos se encuentren, y se funda, el marrón de ambos. La puerta, ya abierta, de mi habitación, parece esperarnos. Al fin, entramos, y nos tumbamos. Comienzas a desabrochar los primeros botones de mi camisa mientras yo, lentamente, intento quitar tu camiseta. Me besas, apasionadamente, como antes, empezando por el cuello, subiendo, hasta llegar hasta mi boca. Donde nuestros labios se funden en una inevitable pasión. Tus dedos caminan suavemente sobre mi cuello y mi rostro. Los míos, acarician lentamente tu espalda. Mi desnudo cuerpo, sobre el tuyo. Se confunden la pasión y el sentimiento. Mis cabellos caen sobre tu cuerpo, y tú, juegas con ellos, enredando y desenredando suavemente tu dedo. Me haces tuya. Soy, una vez más, como tu presa. Levanto la mirada, me pierdo, observando la pasión que el marrón de tus ojos derrama. Me miras, y sonreímos. Observo tus rosados labios, la pasión por besarlos se adueña de mí, y, entonces, te beso, una y otra vez, sin cansarme de ello. Lanzamos cientos, miles, de palabras de amor al aire. Susurras un 'te amo ' en mi oido. Te respondo con otro, pero, este sin susurrar. Me enamoras, si cabe, un poco más. Te lo repito, te amo, te amo, te amo... Podría decírtelo mil veces, tampoco me canso nunca de estas dos palabras, de estas cinco letras. Me besas, interrumpiendo una de tantas veces esas palabras. Y, como si de un juego de niños se tratara, reímos, mostramos nuestra felicidad.

jueves, 7 de octubre de 2010

Ser valiente.

 Camino, despacio, intentando atrasar la llegada a algún lugar  que sé, que de todas formas, sé que debo llegar, tarde o temprano. Mientras, voy mirando a mí alrededor, a la gente que me adelanta y a la que dejo atrás. La que camina a mi lado y los que van demasiado rápido para fijarme demasiado tiempo en ellos. Veo a personas con una sonrisa ‘de oreja a oreja’ mostrando su felicidad; otras, con una sonrisa forzada, escondiendo la tristeza que se refleja en sus ojos; otros tantos, demasiados serios, quizás, sin razones varias para sonreír, o quizás, se olvidaron de aquellas que le hacían sentir la necesidad de que su rostro dibuje una sonrisa.





Por último, una sola persona, sentada en el bordillo de una calle, supongo que era la persona más valiente de todas las que había visto hasta el momento en esa calle. No fingía ninguna sonrisa para ocultar la verdad, ni tampoco estaba seria. Dejaba que sus ojos derramaban unas lágrimas, sin nadie a su alrededor, pero, con mucha gente caminando, que pudiera verle. Me pregunto cuál será la razón de sus lágrimas, pero, podrían haber miles de cosas, sería casi imposible acertar. Pienso, que quizás, es lo que debería hacer yo también. Dejar de ocultarlo todo tras una sonrisa fingida, o, quizás, aprender a sonreír de verdad. 

'Y, es que , creo que ser valiente, no solo depende de los echos que hagas ante los demás. Si no, también, de poder mostrar como te sientes sin miedo a lo que puedan pensar'.